Como ya he comentado en alguna ocasión, el
día antes de operarme pesaba 96,6 kilos. Estaba hinchada y enorme...
Últimamente, todo lo que comía me hacía engordar a marchas forzadas, lo que
para la operación venía muy bien (tal y como me comentó el Dr. Resa) pero para
mi autoestima venía... fatal.
Tras la operación bajé de golpe 8 kilos y
después me estanqué. De hecho, volví a subir un poquito. Por indicaciones del
médico y para intentar bajar los niveles de azúcar y el peso, no consumo azúcar
(bueno, he de reconocer que sí he comido tarta de cumpleaños de Le y he probado
alguna que otra cosita rica) y tampoco tomo hidratos de carbono (en la medida
de lo posible, todo hay que decirlo :P). El gran cambio estriba en que ya no
engordo e incluso sigo bajando de peso poquito a poco. Esta mañana me he sorprendido
gratamente cuando he visto el peso en la balanza ¡por debajo de los 86 kilos!
Hay que reconocer que estas cosas animan.
También anima hacerse fotos y no encontrarte con una desconocida con la cara
hinchada y con la papada gigantesca. Todavía queda mucho, mucho camino por
recorrer. Como he dicho antes, tengo que conseguir bajar los niveles de azúcar
y mi próximo objetivo de peso es bajar de los 80. Y sé que será difícil, y sé
que tardaré unos meses... Pero ahora por fin lo veo posible. Veo posible volver
a reconocerme a mi misma al mirarme en los espejos e incluso a encontrarme
guapa :-) .
Por cierto, quería aprovechar esta entrada
para daros las gracias a tod@s por los mensajes de ánimo que me habéis dejado
tras mi último post. No os imagináis cuánto agradecí cada una de vuestras
palabras. Aquí sigo, y quiero que sepáis que aunque a veces pierdo algunas
batallas, espero poder ganarle la guerra a mi diabetes tipo 2. Os seguiré contando...